Director: Denis Villeneuve Guión: Aaron Guzikowski. Año/País: 2013/ Estados Unidos. Intérpretes:
Jake Gyllenhall, Hugh Jackman, Paul Dano, Terrence Howard, Melissa Leo, Viola
Davis, Maria Bello. Montaje: Joel Cox y Gary D. Roach. Fotografía: Roger Deakins. Música: Jóhan Jóhanson. Productora: WB / Alcon Entertainment /
8: 38 Productions / Madhouse Entertainment. Género: Thriller.
Keller Dover (Hugh Jackman), es un carpintero de un pequeño
pueblo de Pensilvania que durante la celebración del día de Acción de Gracias
deberá hacer frente a la desaparición de su hija y la de su amigo (Terrence
Howard). Comienza una agónica búsqueda. En esto, es detenido Alex (Paul Dano),
un deficiente mental que se convierte en el principal sospechoso. Loki (Jake
Gyllenhall), el detective local de policía, al no encontrar pruebas que
puedan inculparlo, decide liberarlo. La aparente desidia policial llevará a
Keller a tomar la justicia por su mano.
Si por algo fui al cine fue por la poderosa personalidad
ocular de Roger Deakins, fotógrafo al que admiro desde El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford y que
anteriormente me sorprendería con O
Brother. Cada una de sus imágenes encierra una fuerte carga simbólica; pero,
si soy sincero, y pese al imponente reparto, no hacían que mis elucubraciones
abandonaran la idea de que me encontraría ante un thriller de sobremesa. Pero nada más lejos de la realidad, me topé
con una película poderosa, bien planteada y que hace honor al oficio de ser
director.
Las aproximadas dos horas y media que dura el metraje se
encuentran muy bien aprovechadas y el ritmo está muy medido. El espectador
podría tener la tentación de revisar sus perfiles en redes sociales. Pero el
suspense está garantizado y puedes perder demasiados detalles si decides, por
un momento, bajar la vista. Todo está contado con gran fuerza a través de un
desarrollo integral de cada uno de los personajes, cada uno, presenta sus
propios miedos y respuestas. Son prisioneros de ellos mismos. Esto es posible,
no solo, por un buen guión –que en determinados momentos puede resultar un
tanto ambiguo-, sino por un trabajo actoral muy verosímil. Mención especial merecen
Gylenhall –que encarna a la perfección un personaje que podría caer en el tópico-
y Jackman, en una de sus mejores actuaciones. Paul Dano, por otro lado,
demuestra una solidez interpretativa al nivel de los anteriores. El resto del
reparto se expone, del mismo modo, a la altura de las circunstancias.
Denis Villeneuve –canadiense-, irrumpe en el todopoderoso
mercado norteamericano de una forma muy sugerente. Imprime mucha fuerza al
relato. Las analogías más próximas que pueden encender las nostalgias del
espectador las podemos encontrar en películas como Mystic River o Zodiac.
Además su tratamiento se acerca a puntos de cine negro –o neonoir, para los puristas- de la pasada década, de películas como:
Seven, El silencio de los corderos o Fargo.
Todo y, consigue sorprender en su desenlace.
Pero el logro de Villeneuve es el planteamiento moral que
introduce. A través de la exposión, anima al espectador a que tome sus propias
conclusiones sobre los personajes, que medite sus palabras y examine sus
acciones. No los encasilla. Presenta la tragedia del hombre y pone en entredicho
los principios morales que los sustentan. Enfrentando el individualismo
genérico contra el sistema cooperativo y social, pero dejando siempre un
espacio para el perdón y la redención del ser humano. Aunque cae en tópicos
innecesarios, un religioso de reprobable actitud moral que no hace sino
retratar de una manera caricaturesca el cristianismo –apostrofe gratuito y
alejado totalmente de la trama-. Sin ser una obra maestra, si es necesaria para
cualquier cinéfilo.
Por cierto, no soy aficionado a las teorías del mal ni
conspirativas, pero aparece con cierta frecuencia un símbolo masónico. ¿Alguien
me podría decir donde se encuentra?, esto es puro morbo personal.
NOTA: 7,3/10.
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